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lunes, mayo 24, 2010

¿Podemos ser tan austeros como quiere ZP?

 ZP intenta ahora curarnos de la crisis con recortes. Un poco tarde. Tanto los españoles como el Gobierno estamos acostumbrados a los excesos. Atrás quedan los años de construcción masiva de viviendas, los déficit exteriores que superaban el 10% del PIB cuando la crisis enseñó las orejas y Zapatero sacó de la manga el as del Plan E para reducir el desempleo. Ahora hay que volver al déficit del 3% porque lo dice Europa. Nada de un 11,4%. Nada de excesos de gasto.

 

 ¿Y deberíamos preocuparnos por el déficit cuando el desempleo alcanza al 20% de la población activa? Parece que sí. Los mercados están histéricos después de la quiebra de Grecia. Los acreedores mandan y los países deudores deben cumplir.

 

 No le han ido bien las cosas a España con la incorporación al euro. Nada hemos ganado en competitividad. Nuestras ganancias se materializaron en la ilusión de poder financiar nuestros desequilibrios exteriores a un tipo de interés similar al que le brindaban los mercados a Alemania. Todo iba bien hasta que el endeudamiento español se elevó por encima de lo razonable.

 

 La única manera de reducir la deuda es ser austeros, pero, ¿podemos serlo? ¿No incrementarán todavía más los recortes de ZP la cifra preocupante de desempleo? Pensar en un crecimiento considerable de las exportaciones que compense la reducción de la demanda interna es una utopía. Nuestras exportaciones de bienes y servicios básicos han crecido durante los primeros meses del año. Las que no crecen son las exportaciones de bienes y servicios con alto valor añadido.

 

 Para vivir esta crisis sin angustias tendríamos que ir hacia el norte, cuanto más al norte mejor. Los países nórdicos con su alto nivel educativo, unos mercados laborales flexibles y unas buenas medidas de protección social son los que están mejor situados para salir del pozo de la crisis con éxito.

 


miércoles, mayo 12, 2010

¿Sanidad pública?

 Muy extraño me parecía que Su Majestad acabará en ingresado en un hospital público, catalán o de la otra esquina de las Españas, como todo hijo de vecino. No me imaginó a un hombre que ha vivido toda su vida rodeado de lujos y de palmeros compartiendo habitación con uno o dos extraños, siendo atendido por enfermeras que dicen hola y adiós, cuando dicen algo, y médicos que apuran la hospitalización y les da igual que puedas andar o vayas a rastras para tu casa con un oxígeno conectado y una sonda nasogástrica para que te alimente la familia como buenamente pueda. Hay que dejar sitio libre.

 

 El Rey de España no tuvo que enfrentarse a las desventajas de una sanidad pública escasa de medios económicos ni ponerse a esperar turno en una lista de espera para que lo repararan. Para algo es el Rey. Tuvo para él solito una planta, la famosa planta séptima del Clinic, que nos estamos enterando por los medios de comunicación que está privatizada. Es decir, usted que está leyendo este post y esta humilde servidora, no podrían acceder a los excelentes servicios médicos de la planta séptima del Clinic, a no ser que nos tocara el premio gordo de la primitiva. Así de injusto es este país. Los poderosos, los agraciados por la cuna o por la vida, siempre tienen más derechos en la práctica, siempre tienen, hasta en los hospitales públicos que pagamos con nuestros impuestos, un trozo de parcela privada. No es justo.


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El último parche que le ha hecho el Gobierno a las pruebas de acceso a la Universidad

España tiene la asignatura pendiente de un consenso en educación.  Seguimos dando bandazos de un lado a otro dependiendo del partido...