No se puede negar que Marta Ortega Pérez ha nacido en buena cuna, se ha criado entre algodones y ha vivido siempre entre algodones. No le envidio los algodones. Yo no querría ser Marta Ortega. Puestos a ser una rica heredera, eligiría ser una París Hilton curranta. Me va más lo de la iniciativa propia.
La iniciativa de doña Marta es ser la hija obediente del señor Ortega. Hace lo que manda papá. Ahora papá dice, manda y ordena ser presidenta de Inditex. La niña dice sí. Seguro que entre sarao y sarao encuentra hueco para sentar sus posaderas en el despacho con silla giratoria.
Marta es esa pobre niña rica que brilla tan poco que brilla el ¡Hola! por ella cuando intenta hacerla brillar. La ves como un pegote bien aceptado en las fiestas del pijerío patrio. ¿Quién no acepta a la niña malcriada de Amancio Ortega? Hasta Torretta la ha aceptado como nuera. Le vino bien Martita para casar a otro hijo malcriado: el suyo.
La Bolsa respondió al anuncio del encumbramiento de la hija del jefe de Inditex, con una caída en las acciones del gigante de Arteixo. Ya se recuperaron las cotizaciones. No era para menos. Papá Amancio tiene tanto cash, que ha conseguido tirar para arriba de los precios. El tiempo dará y quitará razones. Papá Amancio no estará siempre para seguir manteniendo a flote la empresa. Torres más grandes han caído.
Doña Jimena
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