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sábado, agosto 29, 2020

Las tres Comunidades Autónomas más derrochonas

Todos suponemos que las Comunidades Autónomas en España son derrochonas. Esto es así porque los gobiernos autonómicos gastan lo que recauda el Estado. No tienen las Comunidades Autónomas impuestos propios que las pongan ante los ojos de los ciudadanos como responsables de una subida de tributos.

También es cierto que hasta ahora pocos datos tenemos del sobrecoste que están suponiendo para los bolsillos de los ciudadanos. Tanto el Gobierno Central como los respectivos gobiernos de las autonomías se niegan a dar cifras. Sólo podemos hacer cálculos aproximados, afectados por la falta de homogeidad en gastos. Me refiero a que hay gastos en determinadas Comunidades Autónomas que no existen en otras. Por ejemplo, las embajadas autonómicas.

Mirando cifras del año 2008, el sobrecoste anual estimado de las Comunidades Autónomas es de 26 millones de euros. Es decir, el 2,6% del PIB. Para darnos cuenta de la magnitud del gasto, pensemos que el gasto de la Seguridad Social en toda España es del 3% del PIB.

Los sobrecostes se aprecian muy bien por capítulos de los presupuestos de las Comunidades Autónomas. En concreto en el Capítulo I y en el Capítulo II. El capítulo I recoge los gastos de personal. En gastos de personal se aprecia un sobrecoste de 12,8 mil millones de euros (un poco más del 1,2% del PIB). Las Comunidades Autónomas más eficientes en gastos de personal serían Murcia, País Vasco y Cataluña.

El capítulo II de los presupuestos de las Comunidades Autónomas recoge el gasto corriente. En gasto corriente tenemos un sobrecoste superior a los 13 mil millones de euros (un 1,3% del PIB). Murcia, Andalucía y Castilla y León serían las Comunidades Autónomas más eficientes en este capítulo.

En su conjunto, las Comunidades Autónomas con mayor sobrecoste en España serían Cataluña, Andalucía y Madrid.

 Pero más que los gastos deberíamos mirar la relación entre el dinero que cada autonomía gasta y el desarrollo de su PIB. Este dato nos indica que Navarra, Murcia, Extremadura y Galicia serían las más eficaces, mientras que Cataluña y la Comunidad Valencia serían las que más malgastan.

Se podrían reducir mucho el coste del Estado Autonómico sin necesidad de eliminar los distintos autogobiernos. Sólo habría que eliminar órganos duplicados. Me refiero a los defensores del pueblo y del menor, embajadas y oficinas comerciales autonómicas, institutos de estadística y meteorológicos, agencias de protección de datos, las televisiones autonómicas, hasta 50 universidades públicas.

Se mantendrían gastos indispensables de instituciones de autogobierno y parlamentos autonómicos y, por supuesto, la ley de la dependencia.

María Rey
Economista

domingo, agosto 23, 2020

Con Franco se vivía mejor

El poder adquisitivo, es decir, el salario real era mejor en los últimos años del régimen dictatorial que en la presente democracia instaurada a partir del año 1978. Es lo que podemos afirmar mirando las macromagnitudes de ambos períodos.

Vayamos al año 2010, una vez dejado atrás lo más duro de la crisis económica de 2008. En el 2010 el salario medio  (que se obtiene restando del salario bruto las cotizaciones a la Seguridad Social a cargo del trabajador y las retenciones del IRPF), fue de 1.345,44 euros al mes.

El salario medio en el año 1975, con una fiscalidad más favorable para el contribuyente, era de unas 22.000 ptas al mes.

No cabe duda que la década comprendida entre 1965 y 1975 fue la década de mayor desarrollo económico en España. El PIB real por habitante aumenta en esos diez años fantásticos 2.285 euros. La productividad media del trabajo se incrementa en 6.855 euros. El salario real por trabajador asalariado experimenta un crecimiento de 6.094 euros. Se produce, pues, un importante incremento del salario medio percibido por los trabajadores gracias a la baja presión fiscal sobre las rentas del trabajo.

Enumeremos también las circunstancias que concurrieron para hacer posible la mejor década de la economía española:
-Aumento del nivel educativo de la población.
-Fomento del desarrollo industrial.
-Remesas de divisas recibidas del exterior. Recordemos la gran cantidad de emigrantes que tenía España en países europeos como Suiza, Francia, Reino Unido, Holanda...
-Impulso del desarrollo turístico.
-Aumento del comercio exterior.

La situación económica va a empezar a empeorar a partir de 1975. En la década 1975-1985 se produce un estancamiento que lleva a la relentización del desarrollo económico tanto a nivel de salario real como en la tasa de desempleo. Es decir, por un lado tenemos una caída del poder adquisitivo de la clase trabajadora. Por otro lado vemos como va aumentando el número de desempleados.

El poder adquisitivo mejora levemente entre los años 1985 y 1995. Destaca el repunte de principios de los noventa. Pero, pasado el año 1995, volvemos a ver como el poder adquisitivo emprende una caída sucesiva que llega hasta nuestros días.

Pongamos números de la economía de andar por casa para ver la caída del poder adquisitivo de los españoles. Por ejemplo, una familia que quisiera comprar una vivienda media en el Madrid de 1975 paga el precio del metro cuadrado a 28.200 ptas. Hoy en día el precio por metro construido en vivienda nueva anda sobre los 2100-2400€ aproximadamente (unas 360.000 ptas); 3000 euros por metro cuadrado hace tan solo dos años.

La capital de España siempre fue cara para vivir. Miremos la  media en España del metro cuadrado: es de 1749€ .  ¿Y cuánto costaba en los años setenta? En la década de los 70 el precio medio por metro cuadrado de una vivienda se aproximaba a las 15.000 pesetas (90 euros).

Pensemos en un piso medio. Voy a regresar al ejemplo de la capital de España porque Madrid es una ciudad conocida hasta para los que nunca la han visitado. En 1975 el precio de un piso de 150 metros cuadrado en Madrid en zona de Plaza de Castilla era de 2.500.000 ptas; en la zona del barrio de Salamanca, calle Velázquez un piso de 162 metros cuadrados costaba 2.800.000 ptas.

A día de hoy un piso de 154 metros cuadrados en la zona de Plaza de Castilla cuesta unos 380.000€ con un poco de suerte. Digo con un poco de suerte porque hay que mirar mucho para encontrar este precio. Es tirar a la baja. Pasemos el precio de euros a pesetas. Serían 63 millones de ptas. Ya no os voy a hablar de los precios en el Barrio de Salamanca. Son todavía más prohibitivos.

Sigamos analizando los precios de los productos que compraría una familia media. Por ejemplo un automóvil. Un coche de gama media costaba en 1975 unas 200.000 ptas. En la actualidad el mismo automóvil de gama media anda sobre los 15.000€ (2.500.000 ptas).

Una vez comprado el piso y comprado el coche, nuestra familia media tiene que comprar gasolina para su pequeño utilitario. Pues bien, un litro de gasolina súper le costaba en 1975 unas 24 ptas. Hoy la sin plomo anda sobre 1,34€ (225 ptas).

Nuestra familia media comprará al menos un periódico. En el año 1975 el periódico costaba 8 ptas. Se podía comprar sin pensar. Hoy cuesta el periódico 1,30€ (216 ptas). Muchos españoles prefieren guardar ese 1,30 euros para tomar un café mañanero mientras leen gratis en el bar el periódico que han dejado de comprar.

Si comprar el periódico es para muchos y muchas españolas un lujo, lo que sí es un lujo para la inmensa mayoría de la población es ir al cine. Una entrada de cine costaba en el año 1975, el año en que murió Franco,100 ptas. A día de hoy el precio medio de las entradas de cine está en 7€ (1160 ptas). Hay que decir que en la última década el precio de las entradas de cine ha caído en un 9,5%.

También era más barato emborracharse en la década de los años setenta. En 1975 una cerveza costaba 10 ptas. Hoy una caña cuesta 1,10-1,50 (180-250 ptas)

No me olvido del precio de los medios de transporte. Voy a poner el ejemplo del metro en Madrid. Un billete sencillo de metro en Madrid costaba 6 ptas en 1975. A día de hoy entre 1,5 y 2€ (250-330 ptas)

Relacionemos el sueldo medio con el coste de la vida. ¿Nos daba para más el dinero en 1975 o nos da para más hoy en día? Es obvio que el poder de compra era mayor en el año 1975 y años precedentes de la década gloriosa de la economía española. Por ejemplo, una vivienda media de 75 metros cuadaros en 1975 (15.000 ptas-90€/m2) más un coche de gama media (200.000 ptas-1.200€) eran más asequibles para el trabajador de los años setenta que para el trabajador o trabajadora actual.

Teniendo en cuenta el sueldo medio de la época, un trabajador medio con el sueldo de 60 meses compraba una vivienda y un coche.  En la actualidad le haría falta el sueldo de 109 meses (1.749€*75m2+15.000€=146.175€ divididos entre el salario medio: 1.345€/mes). A nuestros padres les costaba menos esfuerzo comprar un pisito y un coche. Sólo con este dato, dan ganas de regresar al año 1975. Habría menos democracia, pero se vivía, desde el punto de vista económico, mucho mejor.

Después de ese somero análisis de la cifras citadas, podemos constatar una reducción progresiva del poder adquisitivo (salario real) cercano al 50%, o lo que es lo mismo: hoy somos el doble de pobres que lo fueron nuestros padres y nuestros abuelos en el año 1975.

María Rey
Economista

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miércoles, agosto 19, 2020

La caída de la marca Juan Carlos I de España

Mirando la caída en desgracia del Rey Juan Carlos I piensa una lo fácil que es tirar una marca que tanto cuenta levantar. La marca Juan Carlos I no ha caído por méritos ajenos sino por deméritos propios. Ha sido el propio monarca el que ha dado al traste con su marca, el que ha conseguido que sus seguidores "juancarlistas" se sientan avergonzados de haberse considerado tal. Hasta los que siguen defendiendo su presunción de inocencia se sienten mal al buscar los méritos pasados de un Rey de España que ha optado por la vulgaridad del putero barriobajero.

 Siguiendo en su línea de despropósitos este Rey Emérito ochentón se nos va de invitado del jeque Jalifa bin Zayed Al Nahayan, el actual emir de Abu Dabi y presidente de los Emiratos Árabes Unidos, ambos cargos heredados de su padre en 2004. Menos mal que es considerado un gobernante moderno en lo que se puede entender por modernidad en los países musulmanes. También su padre, Zayed ibn Sultán Al Nahayan, optó por la modernidad. Le sobraba dinero gracias al petróleo. Ese dinero lo utilizó para levantar edificios modernos, bancos y tiendas de primeras marcas, además de lujosos hoteles, o el conocido circuito de velocidad, que don Juan Carlos conoce de sus visitas anteriores a Abu Dabi, cuando aún no había caído sobre sus anchas espaldas el escándalo de los millones regalados a Corinna y los amores con la ex princesa alemana.

No ha sido un acierto que el monarca regrese al lugar del delito, a esos países árabes que regalan comisiones por un AVE construido por empresas españolas. El acierto ha sido para el jeque Jalifa bin Zayed Al Nahayan. No podría tener mejor influencer que don Juan Carlos, el Rey último rey exiliado de España para poner a su pequeño país en el mapa. Crecerá la fortuna de este jeque. La cifra de los 18.000 millones de dólares que estima la revista Forbes pronto se multiplicará por el pelotazo que ha dado.

Así cae una marca, señores. Don Juan Carlos I ha pasado de ser el rey campechano, el rey que había traído la democracia a esta España nuestra a ser el Rey invitado a la mesa del tercer gobernante más rico del mundo. Se ha convertido en un reclamo bufonero para el imperio hotelero del jeque de Abu Dabi. Sólo nos falta ver a don Juan Carlos en unos folletos de publicidad del Emirates Palace, el lujoso resorte donde podría estar el padre de Felipe VI tomando el sol en su bahía natural privada con su última amante, de nombre aún desconocido para la prensa rosa.

Don Juan Carlos no se sonroja. Está acostumbrado a recibir regalos de su anfitrión. En 2011 aceptó dos Ferraris. Se podría decir que los árabes ricos le pagan por su labor de influencer real. Don Juan Carlos es como una Isabel Preysler que promociona Porcelanosa. Tan bajo ha caído. Tan bajo nos ha hecho caer a los españoles que sentimos vergüenza ajena al verlo venderse como un pobre diablo. Hubiéramos preferido que optara por limpiar su imagen, pedir perdón por sus errores y recluirse en un convento. Carlos I de España y V de Alemania decidió finalizar sus días en un convento. Eso es dar ejemplo. Salir corriendo de una España que no lo ha echado para esconderse en el lujo de un amigo millonario árabe es ser un rey cobarde, un rey indigno de España.

Ante todo esto el hijo calla. La mujer no dice nada. La nuera no escucha. Y las nietas ya bastante tienen con la rodilla lesionada de la infanta Sofía. Esta monarquía es una marca en declive. De ellos depende emprender estrategias para remontar la marca. La monarquía española necesita urgentemente un especialista en marketing. Me ofrezco.

María Rey
Economista

lunes, agosto 17, 2020

La España que entró en la UE en 1986

En el séptimo año consecutivo de crisis industrial llegó el Gobierno socialista al poder. Estábamos en octubre de 1981. Habiamos vivido años de incrementos en el precio del petróleo que llevaron al sector industrial a una crisis que derivó en un importante incremento del paro. Veníamos de una tasa de desempleo del 4%. Nos habíamos puesto en una tasa de desempleo del 17%. El IPC aumentaba entre un 14% y un 15% anual. Esta subida tan acusada de los precios se denominó estanflación.

Los socialistas liderados por Felipe González optaron por sanerar la economía a su manera: devaluan la peseta, apuestan por una política monetaria restrictivia con altos tipos de interés y lanzan la reconversión industrial que había iniciado tímidamente la UCD. Sus medidas de saneamiento económico pretendían conseguir credibilidad frente a los agentes económicos.

Los resultados no se hicieron esperar mucho. La inflación fue bajando hasta el 8%, se reduce el paro, aumenta el PIB. El Producto Interior Bruto se incrementó un 5% anual en 1985, año de la adhesión de España a la entonces Comunidad Económica Europea, es decir, la Unión Europea de hoy. Era 12 de junio de 1985. Se firmaba el Acta de Adhesión de España a las Comunidades Europeas para entrar en vigor el 1 de enero de 1986. España había conseguido entrar en el club europeo. Si miramos la Balanza de Pago de aquellas fechas la vemos más saneada. Teníamos una peseta más fuerte frente a otras divisas. También teníamos un sistema fiscal con nuevas figuras impositivas (IVA) y con un menor fraude fiscal. Los agricultores propietarios, los comerciantes, autónomos y profesionales liberales empezaron a estar bajo la lupa de Hacienda. El menor fraude fiscal reportó recursos para financiar la inversión pública hasta 1992.

El Gobierno socialista hizo realidad alguna promesa electoral como la creación de pensiones no contributivas o la sanidad universal. Dos medidas muy necesarias. En educación no estuvieron muy acertados pese a duplicar el gasto público destinado a esta partida. Otro fracaso socialista fue no crear los 800.000 puestos de trabajo prometidos. Y ya habíamos llegado a la década de los noventa.

Mirar hacia atrás es ver tiempos pasados que fueron difíciles, pero no tanto como estos meses de crisis económica del covid-19. Hemos llegado, a día de hoy, a una situación económica que nos hace decir que tiempos pasados han sido mejores a nivel económico.

María Rey
Economista

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viernes, agosto 14, 2020

Los trabajadores que pierden más poder adquisitivo

Los sectores económicos no se han visto afectados en la misma medida por la pérdida de poder adquisitivo. Son los trabajadores del sector servicios los más perjudicados en pérdida de capacidad de compra. Tenemos una pérdida media del 7,1% de poder adquisitivo para el conjunto de la clase trabajadora. Pero en el sector servicios los trabajadores pierden un 9% de capacidad de compra. El coste salarial medio que cerró el año 2018 es de 1965 euros.

También pierden poder adquisitivo los trabajadores de la construcción, un sector que ha visto rebajado su peso en la economía española tras la crisis del año 2008. Pero la pérdida es leve. Queda patente que los trabajadores de la construcción son los trabajadores que han experimentado mayores alzas del salario. En el último trimestre de 2008 su salario se ha visto incrementado en un 2,8%. Pero el alza en los salarios no impide que su poder adquisitivo caiga en un 2,7%.

Los únicos trabajadores que no pierden poder adquisitivo son los trabajadores de la industria. Ganan un 0,6%. Esto se explica porque la competencia en la industria no es en precios ni en devaluación salarial. A este incremento del poder de compra también contribuyen el tipo de producto y el menor precio del petróleo.

Afrontar el problema de la caída del poder adquisitivo se hace más urgente, pues, en el sector servicios. Más urgente se hace ahora cuando la situación post covid-19 nos deja un panorama de bares y locales de ocio en general funcionando con muchas limitaciones a causa de los rebrotes. El sector servicios está viviendo una crisis equivalente a la crisis que vivió el sector de la construcción en el 2008. Acabaremos viendo como determinados subsectores perderán peso en la economía española. Me refiero a la hostelería.

María Rey
Economista

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jueves, agosto 13, 2020

El poder adquisitivo previo al covid-19


El poder adquisitivo seguía una tendencia a la baja cuando el covid-19 se hizo presente. Así vemos como el sueldo medio bruto en 2018 era de 2039 euros mensuales, un 0,9% superior al salario medio bruto del año 2017. Pero la inflación media en 2019 es de 1,7%. Lo que quiere decir que la mayoría de los españoles vuelve a perder poder adquisitivo. La mayor subida del salario medio bruto en tres años de los salarios se ve comida por la infación.

No sorprende el dato. Si miramos diez años para atrás, nos encontramos con una pérdida de poder adquisitivo en la útima década del 7,1%. Son datos de la Encuesta Trimestral de Coste Laboral publicados por el INE.

Sigamos analizando los datos. Los trabajadores han perdido el 15,5 euros de poder adquisitivo cada mes del año 2.018. El salario medio debiera haber sido, pues, de 2054,5 euros. ¿Y cuántos euros han perdido los trabajadores y trabajadoras de este país durante la década 2008-2018? Han perdido 146 euros al mes. A esta cifra llegamos comparando los datos de cierre de 2008 con los de 2018 y curzándolos con la inflación. Es decir, con una inflación acumulada de 12,6%, el salario medio a fin del ejercicio 2018 tendría que ser de 2185 euros brutos mensuales.

La pérdida de poder adquisitivo esconde una mayor injusticia desde mi particular punto de vista. Estoy hablando de lo que algunos economistas llaman efecto deriva salarial y yo denomino efecto trabajador pobre. Me explico: la pérdida de poder adquisitivo no es igual para todos los trabajadores. Veámoslo.

El coste laboral de las empresas finalizó el años 2018 en 2692,5 euros por trabajador y mes. En ese coste salarial se incluyen slarios y cotizaciones más otros costes. Esta cifra supone un crecimiento del coste laboboral de un 0,9% respecto a 2017.

Los salarios según convenio registran en diciembre un incremento del 2,1%. Dato del Ministerio de Trabajo.

La diferencia entre coste laboral de las empresas y salarios según convenio pone en evidencia el efecto deriva salarial que os indicaba. Es decir, el efecto trabajador pobre. Los convenios no cubren a todos los trabajadores y no han evolucionado salarialmente de igual forma en todos los sectores. El crecimiento económico de los últimos años se ha sustentado en una presión a la baja de los salarios de los trabajadores que ingresaban nuevos o se reincorporaban tras el estallido de la crisis de 2008. Ahí tenemos la brecha salarial que habría que combatir. No hay derecho a esas diferencias entre la clase trabajadora. Una tasa de paro alta provoca bajos costes salariales, sobre todo en los sectores menos cualificados. No hay legislación que impida estos salarios inferiores. Debería haberla. Incluso cabría la posibilidad de contemplar una redistribución de salarios entre los trabajadores mejor pagados por convenio y los trabajadores pobres. Eso sería justicia social.

María Rey
Economista

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martes, agosto 11, 2020

La tremenda caída del poder adquisitivo en Andalucía

No iba bien la economía para la clase trabajadora antes de la crisis del covid-19. Sólo hay que mirar el poder adquisitivo a la baja en la década 2008-2018 para darse cuenta. Andalucía es la comunidad autónoma que ha perdido más poder adquisitivo en la última década. El sueldo medio del cuarto trimestre del año 2008 era de 1776 euros. En el año 2018 ese mismo sueldo medio era de 1746 euros. Esto supone una pérdida de capacidad de compra por parte de la clase trabajadora del 14,5%. Andalucía ha perdido en una década más del doble de la media de comunidades autónomas. Es para reflexionar y tomar medidas.

Pero en todas las autonomías el poder de compra por parte de los trabajadores ha ido a menos. Así vemos como en Castilla-León el poder adquisitivo cae un 10,6%, en Aragón un 10,3%. Autonomías donde la caída del poder adqusitivo es menor son Madrid (2,9%), Asturias (3,3%) y Cantabria (3,8%).

En costes salariales vemos a la cabeza al País Vasco, con 2439 euros mensuales brutos, seguida de Madrid, con 2437 euros mensuales brutos.

No nos olvidamos, por supuesto, de los datos de Cataluña. En la década 2008-2018 la Comunidad Autónoma de Cataluña tiene una caída del 8,1% en su poder adquisitivo y el coste salarial medio ha cerrado el años 2018 en 2186 euros.

Para entender estos datos hay que mirar el poder adquisitivo por sectores, cosa que miraremos en otro post posterior. Os adelanto que es en el sector industrial donde no se pierde poder adquisitivo. El sector más perjudicado es el sector servicios. Por eso se explica que Andalucía, una comunidad autónoma con un importante sector servicios centrado en el turismo tenga una caída en su poder de compra tan severa. Recordemos el dato: los trabajadores andaluces han perdido 14,5% de poder adquisitivo en sólo diez años. Más del doble de la media. Y todavía no había venido la crisis del covid-19. Y todavía no había venido la caída de la hostelería por el confinamiento.

María Rey
Economista

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Personas sin mascarilla en una Galicia con 621 muertos por covid-19

El covid-19 sigue haciendo extragos en esta Galicia nuestra. Son 621 los muertos a día de hoy. Con la misma fecha 11 de agosto de 2020 tenemos 720 casos activos. Y lo tremendo es que con estas cifras todavía veamos a personas por las calles de nuestras ciudades y pueblos sin la mascarilla obligatoria. La solidaridad no es nuestro fuerte. Los gallegos parece que no creemos que el lobo existe hasta que le vemos las orejas asomando por la ventana de nuestra casa. Ver el lobo en las casas de los vecinos no nos asusta.

Los contagios, nos dicen los expertos, proceden de encuentros familiares y de encuentros de amigos. Es verano, y, aunque las fiestas estén suspendidas, nos reunimos con los no convivientes y, entre cañas y risas, nos pasamos el coronavirus. Bien dice el refrán que quien bien te quiere te hará llorar. En la nueva normalidad, el que más te quiere te contagia sin querer el temible coronavirus.

Hablo de Galicia y no de España porque el coronavirus lo hay que temer en las proximidades. Madrid nos queda lejos. Cataluña nos queda más lejos. Pero los jornaleros de la fresa de la provincia de Lugo están aquí, en Galicia. Son trabajadores de Cospeito, Castro, Belmonte. Son un brote más en Galicia, en la Galica de los 621 fallecidos por coronavirus.

Pongamos mascarilla. Lavemos las manos. Mantengamos el distanciamiento social. Compremos gel hidroalcohólico y usémoslo. El coronavirus no ha sido vencido. Nos está venciendo. Y seguirá ganándonos el pulso mientras los científicos no consigan la ansiada vacuna.

María Rey
Economista
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lunes, agosto 10, 2020

El negocio del oro

El negocio del oro prospera en tiempos de crisis. Abres los joyeros, buscas oro de 18 quilates y sabes que puedes llevar unos 36 euros por gramo. Es una tentación. Seguro que prefieres el dinero a esas joyas heredadas de una suegra a la que odiaste.

Estos meses está aumentando el precio del oro. Es un buen momento para vender. También es un buen momento para abrir una empresa de compra-venta de oro. Muchos ya han visto el chollo. De ahí que cada día se vean en las calles de nuestras ciudades más locales para comprar oro.

No es nada nuevo. En la crisis de 2008 abrieron muchas tiendas de compra-venta de oro. A los cinco años desparecieron buena parte de esos locales que animan las los barrios con sus escaparates en llamativos colores amarillos. Son tiendas que bajan la persiana cuando caen los precios del oro, es decir, cuando la economía se empieza a recuperar y el dinero deja de buscar refugio en el preciado metal amarillo. Igual que entonces, pasada esta crisis económica del covid-19, sólo quedarán abiertas las tiendas que están bien estructuradas, esas tiendas que dan un paso más y llevan su negocio hacia la valoración de joyas heredadas. Cuando hay joyas en las herencias no hay nada mejor que tasarlas, venderlas y repartir el dinero. Ahí está la alternativa al negocio de la compra-venta de oro motivada por la necesidad de cash del vendedor en épocas de crisis.

Yo os recomiendo el negocio del oro tanto como iniciativa empresarial como para salir de ese apuro económico que sólo te puede sacar el dinero rápido y fácil. Son negocios enfocados a particulares. Tiendas que compran piezas heredadas, piezas que no se usan, piezas que tienen un valor sentimental. La compra inmediata es una tentación en la que cae cualquiera, aunque no necesites mucho el dinero. Yo he vendido oro. Llevé a una tienda de la Milla de oro unos pendientes que tenía desaparejados, una sortija sin piedrecita y una minúscula cadena. En mi vida había ganado dinero de manera tan fácil. Hubiera vendido el joyero entero sin mis joyas fueran de oro y no unas baratijas de los bazares chinos.

El oro y la plata siempre han sido valor refugio. Más el oro. La plata la pagan muy mal. Pero del oro sacas dinerito. Los pobres venden oro. Los ricos compran oro. El oro es un negocio para todos.

María Rey
Economista



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sábado, agosto 01, 2020

La economía española era débil

La economía española se hunde. No hay nada que hacer. Toca sufrir, controlar la nevera para no comer mucho e ir estirando el poco dinero que tienes. La caída del PBI en un 18,5% entre abril y junio nos lleva a niveles de hace 14 años. Somos pobres. El Producto Interior Bruto lo corrobora.

El PIB entre los meses de abril y junio cae el doble de lo que cae en Estados Unidos. Cae mucho más que en los otros países europeos. Ahora sí que podemos decir que la crisis sanitaria ha sido muy mal gestionada en España. También podemos decir que la economía española era débil. Una economía donde el sector turístico y hostelero tiene un peso tan significativo en el PIB, tiene los pies de arcilla. Cuando viene una riada, se va la bonanza a los buenos recuerdos del pasado.

¿Qué hacemos ahora? Ni siquiera los fondos europeos aseguran una recuperación. Los ministros que aplaudieron al señor Pedro Sánchez no tenían muchos motivos para dar palmas. El presidente del Gobierno tendría que haber traído todavía más dinero de la Unión Europea. Se abre un tremendo agujero en la economía de España. Y lo peor es que a muchos aún nos cuesta creerlo. Pero ahí están las cifras.

María Rey
Economista





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El ahorro energético del cambio de hora

Una vez más toca cambiar la hora. Despertamos el domingo con una hora menos. El cambio al horario de verano es el peor cambio para muchas ...