De todos es sabido que las relaciones entre el Gobierno de ZP y el Vaticano no son buenas pero el Presidente demostró durante la estancia del Papa en Valencia que sigue en sus trece. Si bien se acercó a saludar al Pontífice no fue a la misa ni a la despedida a pesar de que no hubo la regañina que esperaba por las políticas que disgustan a la Iglesia jerárquica.
Para el señor Zapatero España no vale una misa. Él que está por encima del bien y del mal es un señor cómodo que evita levantarse cuando pasa la bandera de las barras y las estrellas y sigue en su comodidad cuando se trata de mejorar las relaciones exteriores del país que le paga la comodidad del Palacio.
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