La Familia Real empieza sus vacaciones en Mallorca con el aparentar acostumbrado. Aparentan ser felices. Aparentan amarse. Aparentan tratarse. Aparentan en una aparente postal de Kiosko de recuerdos para los turistas de Mallorca.
Tanto aparentan que dejas de envidiarlos si alguna vez soñaste con ser Infanta de España o Reina Letizia por un día. Una vida familiar como la suya es peor que una comunidad de vecinos en junta extraordinaria. Yo no la querría. Prefiero vivir sin suegros, sin marido, sin unas niñas de catálogo de moda infantil, sin la cuñada divorciada feliz, sin la cuñada con el marido en prisión vip, sin el suegro infiel, sin la suegra abuelísima. Pobre Letizia. Esta chica nacida en Asturias no sabía donde se metía cuando le dio un sí quiero al hoy Rey de España.
No se pierdan, señores, las fotos. Son un ejemplo de álbum de familia malograda. Les deseo mejor suerte. También me la deseo a mí. Yo no sabría sonreír en esas fotos de Estado. Seguro que salía echándole la lengua a la cuñada que más odiara.
