Hacienda no perdona. Los afectados por los ERTES tendrán que apoquinar como todo hijo de vecino. No importa que sus ingresos mensuales sean inferiores a los ingresos que tenían antes del ERTE. Lo que importa es que en el año 2020 han tenido dos pagadores y, en consecuencia, superan los límites establecidos en los rendimientos de trabajo para no declararlos.
Un contribuyente está obligado a presentar declaración de la renta cuando los rendimientos del trabajo son inferiores a 22.000 euros si proceden de un solo pagador. Cuando hay más de un pagador, como es caso de los afectados por un ERTE, se debe presentar declaración a partir de unos rendimientos del trabajo de 14.000 euros si se han ingresado más de 1.500 euros por el segundo y restantes pagadores. Hacienda está de enhorabuena: sus ingresos aumentarán. Ya han echado cuentas. La Agencia Tributaria calcula que este año habrá unos 327.000 nuevos declarantes que cumplen con estos supuestos. Un año de vacas flacas para la mayoría se convierte en un año de más leche para la Agencia Tributaria.
Seguro que cuesta entender este tema a los profanos en la materia. La Economía es una ciencia fría y los responsables de las cuentas públicas la pueden convertir en una ciencia que nos hiele los bolsillos a los más pobres. Las ayudas por ERTE tributan como rendimientos del trabajo que realiza un pagador distinto al empleador, que es el Servicio Público de Empleo (SEPE). El Gobierno podría no haber considerado al SEPE como un pagador a tener en cuenta, pero no lo ha hecho. Se ha limitado a ofrecer a los trabajadores y trabajadoras afectados por un ERTE un pago a plazos en seis meses. El 20 de diciembre del presente año 2021 tienen que tener el IRPF pagado, si le sale a pagar. Tomen nota.
María Rey
Economista
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