El seguro paga los destrozos de la calle Arenal de Madrid. Pero primero pagarán los dueños de la Administración de Loterías, los dueños de la zapatería, los dueños de los demás negocios afectados por la fiesta de los vándalos. Quienes no pagarán la fiesta de una noche de jovencitos destrozones y policías superados son los jovencitos y los papás de los jovencitos. El Gobierno no lo contempla. Más bien está el Gobierno de Pedro Sánchez en disculpar a los que se dicen seguidores del rapero Pablo Hasèl.
Las manifestaciones violentas en Madrid y Barcelona deberían hacernos reflexionar sobre la sociedad de hoy en día. La juventud se manifiesta a favor de la letra de una canción. No se manifiesta en contra del 40% de paro que les afecta. Es un comportamiento carente de toda lógica. ¿Qué te importan los problemas de un cantante con la libertad de expresión cuando tienes los bolsillos vacíos?... Debe ser que todos nos sentimos libres de pobrezas, aunque tengamos la nevera vacía y tengamos una mala previsión económica para nuestro futuro. Muchos de los defensores de Pablo Hasèl son pobres diablos. Sólo tienen un ídolo, es decir, no tienen nada.
Poco más tienen los comerciantes que encontraron desperfectos en sus establecimientos tras las algaradas callejeras. Las medidas restrictivas impuestas por las autoridades a causa del coronavirus han mermado sus ganancias. Ahora las manifestaciones de los fans del rapero encarcelado le suponen un nuevo recorte en sus maltrechas cuentas de resultados. Al final todo lo pagamos los mismos: los currantes.
Doña Jimena
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