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lunes, abril 23, 2007

El día del libro

Dicen que todos los días de algo se fijan en el calendario de las reivindicaciones porque ese algo cojea. Yo no diría que la lectura en nuestro país tiene un problema de cojera, al contrario, nunca ha habido tantos lectores.

Incluyo en lecturas cualquier escrito: ensayo, prensa escrita, poesía, teatro, libros de texto y hasta los apuntes que los alumnos toman en clase. Sin duda, los apuntes son el género escrito más leído por esos jóvenes a quienes los puristas de la cosa acusan de no leer.

No comparto la opinión catastrofista de que en España la gente lee poco. La gente lee lo que le apetece leer, y los puristas deberían respetar los gustos de los lectores.

Hay lectores de periódicos, por ejemplo, que nunca leen novelas. No sería correcto calificarlos como no lectores. Merecen tanto el calificativo de lectores como los lectores empedernidos que leemos todo tipo de literatura y texto escrito.

Pero hoy, día del libro, más que de lectores habría que hablar de escritores, y más que de escritores de editoriales. La literatura en España ha caído en un jueguecito de premios que manejan las editoriales a su gusto. Ya no triunfa la buena literatura en las librerías, triunfan los amiguismos. Las estanterías se llenan de libros con el cartelito de "ganador del premio X", y ¿cómo se gana el premio X? Con padrinos.

Vivimos la etapa de los ganadores de premios literarios, de los "negros" que escriben lo que ordena la editorial de turno. ¿Dónde están los artistas de la palabra?... ¿Dónde está el hombre o la mujer que se sienta y empieza a soñar libremente sobre un papel?... Esos son los escritores con mayúsculas, los que sueñan y hacen soñar, son los músicos callejeros de la literatura que callejean en algún blog literario perdido en la blogosfera.

Una literatura de cheque al portador no es literatura. Escribir ficción es soñar, imaginar una historia y contarla; es sentir y plasmar ese sentimiento en una poesía.

¿Y qué decir de la poesía? Si con algún género literario me tuviera que quedar, no tendría dudas: salvaría un poemario del fuego de los dioses. Más difícil me sería elegir cuál porque querría salvarlos casi todos. La poesía es el bel canto de la literatura. Si un escritor de prosa es un artista, un poeta es el arte en persona.

Como lectora me quedo con los músicos callejeros de la palabra escrita que navega por la Red en pequeñas lanchas de sueños. Ojalá que lleguen a puerto. Ojalá que algún editor salga a navegar por el campo abierto de Internet y descubra un poeta, publique sus versos, y respete su obra para que la literatura en nuestro país empiece a ser arte también en las librerías.

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