En un país donde abundan los servicios sociales vemos como estos servicios sociales fallan hasta el punto de dejar a dos niños de corta edad en manos de dos locos. El resultado fue el que nos cuentan los telediarios: los dos pequeños muertos, asesinados por sus propios progenitores. La denuncia de la abuela la tomaron de broma.
Detrás del vil asesinato de los niños hay una vida familiar desordenada. No podía estar muy ordenada estando los padres afectados por enfermedades mentales y sin tratamiento médico. Las personas con ese tipo de enfermedades deben estar controladas. Lamentablemente, la salud mental es el patito feo olvidado en la Sanidad pública. Lo raro es que no haya más desgracias como la de Godella, Valencia.
Deberíamos sacar del armario las enfermedades mentales. No se les da importancia. Se deja a este tipo de pacientes solos con sus problemas de cabeza. Nos acordamos de ellos cuando llevan sus locuras a la práctica. Entonces nos rasgamos las vestiduras. Pero pronto olvidamos estos casos de páginas de sucesos. Los únicos que no pueden olvidar son los familiares. La abuela de los niños no olvidará nunca que los servicios sociales no la ayudaron a salvar las vidas de sus nietos. Descansen en paz.
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