Año de nieve año de bienes, decían nuestros abuelos. No sé si traerán muchos bienes futuros estas nieves con las que estrenamos el 2018. De momento, han traido el colapso en el centro de la Península Ibérica. Coches atrapados, padres y madres desesperados, bebés que querían sus biberones y agua que se agotaba en los vehículos para preparar la comida de los más pequeños del viaje. Este era el panorama en la vuelta a casa tras unas vacaciones navideñas más.
Menos mal que estaba la unidad especial del Ejército para rescatar a las familias viajeras. Los soldados repartían mantas, agua y hacían lo que podían para despegar las carreteras atascadas. También lo hacía algún lugareño con su tractor. Todas las ayudas eran pocas para luchar con el caos ocasionado por las nevadas.
¿Por las nevadas he dicho? El ministro de Fomento no dice tal cosa. Han sido, según palabras del ministro del ramo, los conductores los causantes del caos que sufrieron. Los insensatos conductores no quisieron escuchar las predicciones meteorológicas y se echaron al asfalto. Tal vez lo hicieron porque sus jefes los esperaban en los trabajos hoy lunes.
