Las portadas de los periódicos del mundo han pasado de la prioridad de la guerra del Líbano al suspense de Cuba. ¿Qué le ocurre al dictador Castro? Todos piensan que debe ser algo gordo porque es la primera vez en cuarenta y siete años que cede el bastón de mando. Muchos piensan que se avecinan cambios porque muerto el viejo, el delfín poco pinta ni por carisma incomparable al del hermano dictador ni por edad joven que le haga ver lejos la ley de vida.
Lo cierto es que en la isla sólo hay mutismo informativo por motivos de Estado. Nadie sabe nada de las constantes vitales del Comandante pero algunos andan de celebración por Miami. Celebran que el comunismo anda moribundo por un hospital de Cuba pero nunca se debe celebrar el banquete del oso antes de cazarlo.
La única celebración que como seres humanos podemos hacer es qué se acabe una dictadura en el mundo. Sobre la persona, sólo caben deseos de mejoría y que Dios lo ilumine para dejar paso a la democracia en Cuba sin armar alborotos que nadie desea. Lo bonito sería que la democracia llegara a la isla con el dictador vivo. Si llega con un difunto es igual de bienvenida pero siempre dará pié a que los que los que en su día fueron castristas comunistas convencidos se apunten rápidamente al anticastrismo igual que hicieron en España los palmeros del dictador Franco ahora entre los ansiosos revisionistas de la memoria histórica.
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