El Papa fue a EEUU a pedir perdón porque bastantes curas le salieron delincuentes. Que nadie se asuste por lo que he escrito: a la pederastia hay que llamarla por su nombre sea el abusón un señor con sotana o un caballero con camisa de cuadros. El habito no hace al monje ni debe esconder el delito, y mucho menos disculparlo con eso de que la carne es débil y todos somos pecadores. Hay pecados y pecados. Los que están penados por el Código Penal no deben estar amparados por el secreto de confesión.
Ésa es la clave: el secreto de confesión. ¿Van a amparar los que conocen casos de pederastia confesos a los culpables? El Papa no debe permitir el hoy por ti y mañana por mí, no debe permitir el delito dentro de la Iglesia, no debe quedarse en las palabras bonitas ante los periodistas y el público en general. Hay que ir más allá. Esos curas pederastas tienen que ir a la cárcel a cumplir sus condenas. ¿Y los obispos que los arroparon en su seno? ¿Deben seguir siendo obispos? En mi opinión, no. Estarían muy bien haciendo penitencia en algún convento apartado después de responder ante la justicia por su encubrimiento y amparo de delincuentes.
Este Papa que ahora pide perdón, les ha permitido a los obispos americanos comprar el silencio de las víctimas con el don dólar que lo paga todo. Michael Jackson hizo lo mismo. El perdón hay que llevarlo a la práctica: no volver a pecar e ir ante la Justicia terrenal. Así es creíble.