Mal vamos cuando el Estado se mete en nuestra privacidad y peor iremos si se lo permitimos. Decía Cristo que a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Yo añado que a las personas lo que es de las personas.
¿Quién es el Gobierno, aunque sea de una poderosa mininación, para decirnos a los ciudadanos que pongamos una frase en gallego sobre nuestra tumba? Ni en gallego ni es castellano ni en chino mandarín. A mi no me da la gana de bautizar la lápida con otra cosa que no sea mi nombre y aún mi nombre me sobra.
Y estos nacionalistas de nuestros pecados piensan en imponer una moda de epitafeos que nos recuerden en los cementerios. No se preocupan de lo caros que son los servicios funerarios, ni de que las funerarias te metan flores que no les pides porque un muerto tiene que llevar flores aunque no las quiera. Ellos quieren adornar la muerte con más parafernalia.
Se meten en la privacidad de la gente sin arrugarse, como si los gallegos fuéramos una folclórica cualquiera que vende sus miserias en el ¡Hola! y las canta en la televisión entre lágrimas.
¿Es que el nacionalismo de estos señores está por encima de nuestro derecho a la privacidad? ¿Es que no van a dejar descansar ni a los muertos?...
El nacionalismo es una ideología que cuanto más la conoces más la detestas. Te das cuenta de que nacionalismo y libertad son incompatibles.
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lunes, noviembre 20, 2006
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