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jueves, marzo 15, 2007

Inmaculada y la eutanasia

La muerte de la señora Echevarría reabre el debate, nunca cerrado, de la temible eutanasia. ¿Debemos imponer la voluntad de una persona a la generalidad de personas que se encuentran en situaciones parecidas? Los defensores de la llamada "muerte digna" dirán que ellos sólo piden el desenchufado de los aparatos que los mantienen con vida para sí, pero implícitamente están imponiendo la moda del suicidio suicidado para todos.

Las modas son horribles. Te uniformizan y te suprimen la voluntad, censuran tu yo desde el yo colectivo que te anula. Personalmente nunca encontré una moda que me gustara, mucho menos me gusta si no puedo modificar el vestido a mi antojo. Y el vestido de la eutanasia no tiene modificación posible. Cuando se apruebe la ley, se empezaran a pasear por los centros hospitalarios los doctores Muerte mirándote la caducidad por fecha de DNI o por enfermedad cara para la Seguridad Social, con el beneplácito de una sociedad emborrachada de amor a la belleza física y a la salud plena. No nos atrevamos entonces a pedir vida porque a nuestro alrededor los que ahora dicen por lo bajini "más vale que Dios te lleve" te lo dirán con altavoz. No haces falta. Eres una carga para tu familia y para el Estado. Ellos te lo dirán mientras no se sientan cargas sino cargadores del fardo.

No voy a decir que yo sea mejor que los que defienden al verdugo llamado eutanasia. No lo soy. Simplemente me diferencio de ellos en que yo pido más Estado para lo necesario: sanidad, educación, y demás servicios sociales en los que hay un claro fallo de mercado. Todos somos cargas y cargadores del prójimo como pagadores de impuestos o como familia obligada a cargar con lo que Dios envía.

Detrás de las Inmaculadas que piden a gritos que las desconecten del tubo de la vida se esconde la falta de medios para plantarle cara a la fatalidad. La sociedad ha cambiado, la familia ha cambiado y no nos queremos dar cuenta. Han aprobado una ley de Dependencia que no va a valer para casi nada. Se necesitan residencias para atender a personas dependientes. Y va siendo hora de que, además de obligar al Gobierno de turno a dirigir los dineros hacía la creación de una amplia red de residencias públicas, nos cambiemos el chip. ¿Qué es eso de que "como en casa en ningún sitio"? ¿Y quién está en casa para atender enfermos? ¿Con qué dinero se atienden? ¿Tienes derecho a exijirle a tus hijos cuidados eternos? No, tenemos derecho a exijirselos al Estado. El mismo derecho que ejercen los líderes religiosos y políticos que se enchufan a la vida y que, mira por donde, no piden esa "muerte digna" que nos quieren regalar con una eutanasia desde las altas esferas.

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