Muchas veces los jóvenes buscan referentes en los deportistas encumbrando a ídolos de barro. No es el caso de los chicos de nuestra selección de baloncesto.
El domingo nos dieron a todos una lección de juego en equipo en un país futbolero pendiente de las estrellas que cobran mucho y hacen poco. Sin ir más lejos en la selección de fútbol poca rentabilidad nos dan los Raules nacionales pese a tentarles con unas primas mucho mayores que las que van a cobrar nuestros chicos de oro.
¡Qué bonito es el juego de un equipo sin dioses! Las fiestas conjuntas son grandiosas cuando todos festejan los triunfos y no hay peleas entre jugadores del mismo equipo. Pero si de los jugadores sólo se pueden decir alabanzas ¿qué decir del seleccionador? No hay palabras para agradecerle su entereza al frente del combinado nacional en la final que nos daría el oro cuando hacía escasas horas que había recibido la noticia de la muerte de su padre. Es el señor Pepu Hernández un caballero, capaz de morderse la pena personal para que sus chicos no vieran enturbiados los momentos de gloria a la hora de alzar la copa de campeones del mundo al cielo.
Pero como siempre también hay que criticar algo. ¿Por qué no había ningún miembro de la Casa Real apoyando al equipo de todos?... Parece que cuesta trabajar después de vacaciones.
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