La manifestación contra el terrorismo, por la libertad, por la vida y, sobre todo, por la paz (a juzgar por tanta pancarta blanca como había) no contó con la presencia del principal partido de la oposición ni con la del Presidente Zapatero. Cierto es que ZP la apoyaba con todos los suyos. En cambio, don Mariano, después de un no pero sí que le duró toda la semana decidió que la palabra libertad no era suficiente palabra para que el PP se sumara a la marcha. Era una libertad de palabra que le sonaba a paloma de Picasso coja y el señor Rajoy quiere a la paloma sana. Es decir: la ave de la paz del PP, más gaviota que palomita mensajera sumisa, pide picotear a los etarras hasta vencerlos por la fuerza de los picotazos de la ley. No quiere manteles con comensales que además de tragarse el plato que les corresponde devoran el plato del comensal de alado quiera regalárselo o se niegue a ceder su parte de comida.
ZP prefirió asistir a la manifestación en figura aplaudida pero no presente. Los príncipes de la Paz se quedan en Palacio y mandan a sus vasallos más fieles a pedir diálogo, gritar alguna autodeterminación a cambio de paz y proclamar la libertad que debe ser algo ligado a la paz y a la vida.
Se equivocan ligando la libertad a la paz. ¿No hay acaso paz en las dictaduras? Ejemplo tuvimos en el pasado reciente de España. Cuarenta años de dictadura, de paz y de censura. No sé si don José Luis Rodríguez Zapatero quiere para nosotros, los españoles, esa paz temerosa.
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