El sábado 30 no era día para despertar temprano, y mucho menos para despertar de un sueño irreal pero sueño al fin y al cabo.
Era día para preparar la fiesta del 31, hacer las últimas compras, echarle un vistazo al vestido largo y pasarse por la peluquería.
Pero ETA quiso despertarnos temprano del sueño de adiós a las armas que nos había contagiado el señor Zapatero hasta a los que creíamos más en una tregua trampa que en una paz costosa.
El alto el fuego, si alguna vez existió, desapareció con el bombazo de los etarras en Barajas. Otra vez heridos. Una vez más muertos, que llamaban desaparecidos pero todos sabíamos que eran cadáveres.
El señor Zapateo suspendió el proceso de paz, muy en su línea de que dialogando se va a llegar a la solución del terrorismo. ¿Dialogando con quién?... ¿Con quienes quieren un Estado independiente que una al País Vasco con Navarra más un trozo del sur de Francia que los franceses no les van a regalar ni por todo el oro del mundo?... Si el diálogo fuera posible ya hubiera fructificado con los anteriores Gobiernos que lo intentaron. La única solución es resistir persiguiéndolos con la ley en la mano. El terrorismo se vence resistiendo y convenciendo a los que empuñan las armas de que nunca van a conseguir nada matando porque los Presidentes de Gobierno no se sientan a dialogar pidiendo clemencia.
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