El Sergas nos va a cambiar el sexo gratis; si lo solicitamos, claro. Lo aprobó el Parlamento gallego con el sí contundente del Bipartito y la abstención (entiéndase un sí) del PP del señor Núñez Feijoo.
Podemos sentirnos felices. Yo, desde luego lo estoy. De mi cuenta corriente no puedo decir lo mismo: todavía no se recuperó de la factura del dentista de pasado verano. Pero ¿qué importa? La posibilidad de transexualizarme gratis debe consolarme y hasta hacerme feliz. Mis dientes son cosa secundaria. Si fueran importantes, el señor Quintana llevaría a la asamblea legislativa autonómica un proyecto de ley para pagarme limpiezas y empastes. A mí y a todos los ciudadanos gallegos que superamos la infancia, pero, gracias a Dios, conservamos dentadura propia.
Dentro de un año, cuando me toque revisión en el dentista, no sé si conservaré la felicidad que siento hoy al enterarme de que la Xunta me puede hacer chico a golpe de bisturí pagado con los impuestos de todos.
No, no me voy a sentir feliz. Yo no tengo una necesidad de cambio de trasero. Necesito dentista gratis o, al menos, subvencionado. Me traumatiza pagar una factura que me priva, año tras año, de unas vacaciones, un vestido más caro, unos zapatos mejores, etc, etc, etc.
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jueves, septiembre 27, 2007
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