Andaba desde hace tiempo el mundo del ciclismo bajo la sospecha del dopaje pero ayer entro en la incertidumbre de una hipótesis que amenaza confirmarse como cierta. Los chicos tienen que ganar carreras porque se juegan el espectáculo y los dineros y nada mejor, debieron pensar algunos aprendices de brujos de la medicina, que hacerles algún arreglo con una sustancia prohibida. Responsabilidad tiene también el ciclista que se presta a ser cobaya del curandero de turno bajo la promesa de un triunfo glorioso con beso de chica guapa en la meta. Mucha mayor es la responsabilidad del director del equipo que mira el minutero contando los segundos para la victoria en una contrarreloj pisando la fina línea de la legalidad y saltándose a la torera la salud del deportista.
El señor Saiz es de los que no les gusta perder, como a todos, pero a diferencia de algunos que no sé si son o no son mayoría, presuntamente ha utilizado la trampa aliándose con el doctor Fuentes de nombre Eufemiano. Mal final deportivo para quien logro el triunfo en la "Vuelta" y toco las mieles del casi en el "Tour". Como siempre la última palabra la tendrán los jueces pero aunque la hipótesis de la culpabilidad no se confirme quedará tocado por la sombra de la sospecha.
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