Las expectativas con la victoria del señor Morales en las elecciones bolivianas no eran buenas para Repsol YPF pero con aquello de que don Evo era amigo del Presidente Zapatero y le caía simpático al personal con su jersey a rayas barato pensaban que se olvidaría de sus promesas electorales o al menos las suavizaría en caso de llevarlas a cabo. Se equivocaron. Después de las risas siempre vienen las lágrimas. La petrolera española se quedará sin el negocio de los hidrocarburos en Bolivia. Don Evo cumplió su amenaza y se les presentó en los yacimientos rodeado de sus soldados en una buena imitación de su maestro el dictador cubano.
En 180 días las empresas extranjeras deben decidir si se van o se quedan al servicio de la nacionalización con unos contratos de dar mucho y recibir menos. Desde España ya decidió el señor Moratinos que envía unos cuantos asesores para hacerle más llevadera la decisión de hacer las maletas a los directivos de Repsol YPF una vez comprobado que no hay negocio viable. En el fondo el Gobierno de ZP apoya al amigo andino porque el Presidente cree en las revoluciones de todo para el Pueblo. Lo malo es que ese tipo de revoluciones acaban siempre sin el Pueblo y con los políticos populistas ricos.
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