Los sindicatos no convencen ni siquiera para sumarse a la pancarta del uno de mayo. Este año el día de San José obrero pasó con pocos manifestantes y muchos coches por las carreteras aprovechando el puente para acercarse a las playas.
En Madrid sólo reunieron a cinco mil personas para la manifestación contando a la diosa Cibeles que no es persona pero lucio con salero durante dos horas la bandera tricolor que uno de los escasos manifestantes tuvo a bien ponerle y nadie se decidía a retirar. ¿Quién se iba a atrever a desbanderar a la castiza estatua? Se necesita valor para quitar lo que Santa Rita otorga en gracia sobre todo si se trata de la señera republicana tan añorada por algunos entre los que se encuentra el mismísimo Presidente Zapatero que no pierde ocasión para ver el fantasma de la II República hasta en un "Rey republicano" que habita en la Zarzuela. Debe ser una honrosa moda el republicanismo cuando Su Majestad no protesta por el adjetivo que le regala ZP de vez en cuando.
Nunca tantas tricolores se vieron como últimamente. En la manifestación de los sindicatos por el centro de Madrid contando la bandera de la Cibeles casi había más tricolores que manifestantes. Pensaba una viendo el rápido transcurrir de la marcha que un sindicato es un negocio ruinoso: no tienen clientes. Gracias a Dios para ellos está papá Estado generoso con la cartera para financiarles el tenderete. Lo que no hay que agradecerle a Dios y mucho menos al Estado es que los contribuyentes sostengamos forzosamente con nuestros impuestos a unos sindicatos por los que no nos sentimos defendidos como trabajadores. Deberían ganarse las habichuelas ganando simpatizantes que les paguen una cuota o al menos deberían permitirnos a los contribuyentes un voto económico en la declaración de la renta. Algo tan simple como una casilla para poner una cruz en el sindicato que quieres financiar con tus impuestos.
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